Comparte la fe con los tuyos, compartiendo con ellos cómo Dios se manifiesta en tu vida cotidiana.
Ora por alguien que esté pasando necesidad, acércate y ofrécele tu apoyo.
Puede que haya personas que necesitan tu ayuda para “cerrar puertas” en sus vidas. Acércate a alguien con quien tengas confianza para ayudarle a superar alguna de sus faltas en el trato con los demás.
Busca un lugar apropiado y reserva todos los días un tiempo para la oración personal.
Evita prejuicios basados en la apariencia o en el origen o familia de las personas. Si hay alguien cerca de ti que sufra este tipo de preconcepto, sal en su defensa cuando se te presente la ocasión.
Está atento a las manifestaciones salvadoras de Dios en tu día a día. No cierres tus ojos, sino da gracias a Dios y promuévelas en tu entorno familiar.
Únete a iniciativas de lucha contra el hambre y la miseria en el mundo, y realiza acciones concretas para garantizar que los menos afortunados no sean marginados del bienestar social, especialmente si están lejos de su tierra.